jueves, 24 de abril de 2008

¡Mendoza, refugiame otra vez!


No dejo de pensar en Mendoza, en sus montañas imponentes, en sus picos nevados, en su brillante sol, en su pulcra capital, en su aire libre de humos provocados por la quema de pastizales, en aquel hermoso lugar sin relojes amenazantes, ni compromisos asfixiantes.

Esto es producto de mi cansancio: estoy fatigada, flaca, débil; siento que en cualquier momento me voy a romper, como se rompen los vidrios. Caminar cada vez me consume más, no sé si me estoy por enfermar, me alimento mal o simplemente no me acostumbro al ritmo escolar, pero cada día es más difícil despertar y la siesta dura un poquito más.

martes, 8 de abril de 2008

¡No todavía!


No estoy preparada aún para pensar en finalizar esta etapa, no puedo creer que ya se esfumaron dos años, que el tiempo ya no pasa; se consume. No me obliguen a pensar en la vida sin ustedes, sin esas paredes rojas que me vieron crecer, madurar, llorar, reír, soñar y estrellarme. No me pidan que piense en una fiesta de egresados cuando recién entiendo que la primaria se acabó, no me pidan que piense en la vida sin ustedes, porque no la concibo. No quiero cerrar lo que recién comienzo a escribir, no quiero pensar en que desperdicié un año llorando por los rincones a los que decidieron comenzar a escribir sus vidas en otro escenario y recordando con dolorosa nostalgia los momentos de inocencia que quedaron en la primaria.

Déjenme otro rato de algarabía, déjenme ser feliz otro poco. No me rompan el palacio que construí, por favor, dejen que me mienta, dejen que sueñe con una secundaria eterna, con verlos todos los días para el resto de mi vida, quiero creer caprichosamente que somos inmortales, que no envejecemos y que somos todos amigos.

Los abrazos en los que nos refugiamos, los besos que tanto nos hicieron sentir, las caricias que nos llenaron de cariño, los llantos liberadores, las risas que nos despertaron, los chistes repetidos de los que nunca dejamos de reírnos, los insultos que alguna vez nos gritamos enojados, las bardeadas con buena onda, las jodas inocentes e inmaduras, las clases en las que discutimos, los profes que intentaron ilustrarnos, las aulas que nos cobijaron, los bancos que tantos machetes albergaron, los preceptores que tanto nos aguantaron, las voces que fuertes sonaron y no dejarán de sonar, las caras que comenzaron y no pudieron terminar, las presencias que nos faltan…Gracias a eso mi corazón late dejándome vivir. Ustedes me hablan de una fiesta de egresados que simboliza el fin, y yo siento que esto recién está comenzando.

jueves, 3 de abril de 2008

Vengo a dar señales de vida


La rutina mata la inspiración y la monotonía de mis días me deja sin cosas dignas de mencionar...


Hoy tuve prueba de física, espero que me haya ido bien, al seis creo que llego.

No me acostumbro al ritmo académico.

Quiero vacaciones de vuelta.

Extraño poder salir con mi amiga a dar vueltas por capital.

Me siento ajena y extraña en lugar en el que crecí. Pero también me siento en casa. Es raro.

El cero al lado de búsquedas no me motiva.

El mal momento del país, me deprime.

El mal momento de Independiente, me cansa.

La visita de mi tío desde España por problemas de salud de su padre, me pone mal. Me pone mal que no hayan venido nunca por otra razón, que nunca hayan querido venir a vernos sonreir. Y créanme que poder, pueden.



Hasta la próxima.