domingo, 12 de abril de 2009

Me siento mal todo el tiempo, con ganas de llorar pero con lágrimas agotadas, con ganas de reír pero sin carcajadas atragantadas, con ganas de salir pero sin energías para levantarme, con ganas de recomponer pero sin ladrillos para construír lo destruído, con ganas de soltarme pero sin poder romper las cadenas que me reprimen.

Ya abandoné la coraza, ahora quiero sentir todo, no perderme de nada, pero me cuesta soportar tantos golpes en tan poco tiempo. Algunas son pequeñeces, otras son cosas medio heavies que escapan a la normalidad de mis días y que no son fáciles de reconocer.
No quiero asumir casi ninguna de las cosas que me están tocando soportar, y eso hace todo mucho más complicado, ya que si al menos pudiese reconocer y admitir que allí están, más sencilla sería luchar en su contra. Pero no puedo, no quiero, y eso va en contra a mi premisa principal: crecer y madurar.
No quiero madurarlas, no quiero crecer en base a pérdidas, a muertes, a enfermedades, a enfrentamientos. También necesito cosas de las buenas y lindas, porque bastante oscura ya es mi concepción de la vida que nos toca a los humanos vivir, y no tengo ganas de desilusionarme 100% a los casi 16 años porque así perdería todo motivo por el que vivir, y no está en mis planes ser una persona depresiva o suicida.
Trato de buscar las cosas positivas y lindas de mi vida: mis afectos, los que todavía están acá física pero sobretodo emocionalmente, y me cuesta, me cuesta porque me doy cuenta de que en mi afán de no entregarme por completo a nadie por miedo a sufrir tengo muy pocas relaciones afianzadas y realmente resistentes en las que refugiarme cuando necesito escapar o apoyarme cuando es momento de luchar....

Le pongo onda, a ver si se me pasa la mala onda y puedo pensar más positivamente. Necesito que UNA, por lo menos UNA, me salga y después va a ser más fácil.

1 comentario:

Broken Frame dijo...

Es feo volver a enfrentarse a la soledad. En mi caso no era yo, sino que una amistad tan enfermiza que termino siendo toda una mentira. Y esa amistad falsa llego al punto de no querer hablar con nadie solo con mi nueva amistad.
Y cuando termino esa amistad, yo termine completamente sola. Y con el tiempo volvi a recuperar a esos amigos de verdad. Y ahora esa vieja amistad que me dio la soledad volvió. Me ofrece perdonar su falsiedad. Y la verdad es que me siento tan confundida. Por que no quiero volver a la soledad, pero si me paro a recordar todos esos momentos de amistad que tuve con aquella persona me terminará convenciendo de que la extraño.
Pero no debo, porque si extraño, extraño a una mentira que se desamascaro. Me parece interesante lo que me pusiste. Porque al fin y al cabo todos tenemos el lado de la soledad, ese lado egoista, que nos arruina, y cuando asumis tu problema, ya es tarde.
Gracias por comentar. Seguire visitando tu blog, me parece muy interesante.
Un beso :)