Vacía quedó la silla...Porque ya me fui...

Dejo vacía la silla que alguna vez ocupó a la Sofía inmadura, insegura, que esperaba que el otro diera el primer paso, dejo vacía la silla de aquella Sofía que soñaba a todas horas sin animarse a realizar ninguno de sus anhelos, esa que no vivía por ella sino por los demás, que siempre buscaba conformar a todos antes que a sí misma, quiero observar el vacío que deja esa Sofía que no se la jugaba por nada ni nadie, esa que necesitaba la aprobación ajena para sentirse realizada, ya no soy esa Sofía que vivía convencida de que los demás eran los equivocados, aquella que se sentía perfecta, única e incomparable y no permitía escuchar lo contrario.

Esa Sofía, que vivía en su mundo las veinticuatro horas del día sin poner los pies sobre la tierra ni escuchar voces humanas que cantaban la verdad, ya no existe; parte de esa Sofía se quedó en la puerta del colegio el doce de marzo del 2007 y otra parte recién vio la luz dos meses atrás.

Es cierto que cambié muchísimo, pero cambié porque yo quise cambiar, nadie me obligó, ni siquiera aconsejó que lo hiciera, lo hice casi sin darme cuenta, gracias al instinto de supervivencia que la vida misma me creó y alimenta con cada piedra que me encuentro por el camino.

Aquellos que consideran mi cambio negativo, creo que es porque no son capaces de dejar sus propias miserias e inmadurez de lado, dejándonos sin tema de conversación ni punto de conexión. Vemos todo diferente.