domingo, 19 de octubre de 2008

Madres:



Con tal de vernos felices y sonrientes, ellas hacen cualquier cosa, muchas veces en contra de nuestra voluntad, y ahí nosotros las cagamos a pedos, y ellas se la re bancan porque saben que tarde o temprano vamos a ir a pedirles perdón, reconociendo que su entrometimiento nos dejó alguna enseñanza o nos fue de utilidad.

Nos molestan, y mucho, siempre andan dando vueltas a nuestro alrededor, y dicen las cosas menos convenientes en el momento más inoportuno.Ellas siempre quieren vernos felices, y es en busca de facilitarnos la obtención del bienestar que se mandan mil cagadas y nos hacen mandarnos otras cuantas más; pero de eso siempre aprendemos algo, porque ellas son un libro abierto y nos dejan leernos cuantas veces querramos y siempre que lo necesitemos, para tratar de evitar que nosotros nos golpeemos la cabeza o nos caigamos, y es en su afán de darnos una mano SIEMPRE, que se olvidan que a veces tienen que dejarnos caer y tolerar vernos golpeados para que verdaderamente aprendamos.

Pero pese a todas sus cagadas, y todas las veces que nos rompen las pelotas, son ellas las que siempre van a estar ahí, a nuestro lado, tendiéndonos su mano, rodeándonos con sus brazos, con una camperita cerca para darnos cuando estemos a punto de salir en remerita cuando afuera hay doce grados de temperatura, con un "¿y qué te dijo mamá?" en la punta de la lengua, con un pañuelito para nuestras narices resfriadas, con un tecito digestivo y una cafiaspirina cuando la resaca del día anterior nos esté matando.

Son tan pero tan perceptivas que a ellas no se les escapa nada, y aunque nosotros siempre le andemos buscando la vuelta para ocultarles algo, ellas siempre nos descubren, y (casi) siempre nos sorprenden con su reacción. Ellas siempre tienen un as en la manga. Y nosotros, a cambio, a veces, tenemos un ratito para ellas.

100 hijos no tienen para una madre y una madre tiene para 100 hijos.

Feliz día para todas las madres del mundo, en especial para mi mamá, a la que muchas veces cago a pedos, ignoro y grito, y a la que casi nunca le digo cuánto la quiero, cuánto la necesito y lo mucho que la admiro. Ella por mí dio todo, laburó días y noches enteras para darme la calidad de vida que tengo hoy, me habló, me gritó y me cagó a pedos todas las veces que hizo falta para que yo sea la persona que soy hoy, corrió atrás mío todas las tardes de su vida para que yo tomara los vasos de leche que me hubiesen hecho más alta, me regaló al mejor hermano del mundo para que aprendiera lo que es el amor sin límites, la solidaridad, el compartir, la complicidad, el juego, la responsabilidad y lo hermoso que es ver y ayudar a crecer al ser más noble, ingenuo, dulce, tierno y seductor del planeta.

1 comentario:

Matías dijo...

me gusto la frase esa de los cien hijos no tienen para una madre....