domingo, 31 de agosto de 2008

En medio de otra noche de descontrol, me siento a pensar


Anoche, dos de la mañana aprox.


Pienso en los besos que nunca nos dimos, en los te quiero que nunca supe verbalizar, en los mensajes de texto que esperé y nunca recibí, en las cartas tiernas que reemplacé por otras repletas de agravios e insultos, y en tus miradas de odio y cansancio imagino una de amor y perdición.


Hoy, dieciocho horas más tarde, aprox.


Pasaron tres años, y lo que siento por vos -que no tengo muy en claro qué es- superó todos los obstaculos que se le atravesaron y prevaleció ante otros espejismos de amor y caprichos de pendeja.


Si yo te trato mal, si te tiro palos, se debe a que no tolero que lo que me gusta de vos es lo mismo que me llena de rabia: me encanta que seas chamuyero y despreocupado, porque eso es lo que te da la valentía para encarar sin miedo a que te corten el rostro y a mí me encanta que me encaren. No obstante, es eso mismo lo que te hace inmune a los sentimientos fuertes y te ayuda a eludir las conversaciones que te sitúan en un lugar incómodo. Y para mí, el diálogo, cuando hay sentimientos de por medio, es indispensable.


Detrás de todo chamuyero, se esconde una persona sensible, a quien lo aterroriza el dolor.

sábado, 30 de agosto de 2008

Esta tarde


Hoy es una tarde de esas en las que me hubiera gustado ir a pasear a un Puerto Madero desierto, callado y tranquilo, en donde los recuerdos atacan mi memoria y alteran el pulso de mi aburrido corazón.

Es una de esas tardes que tranquilamente podría disfrutar en el country de mi mejor amiga, andando en bicicleta, sintiendo el viento despeinarme con una exquisitez inimitable, viendo caer las hojas de los viejos árboles, observando en cámara lenta las idas y venidas de la gente de la alta sociedad, sintiendo el fresco aroma del pasto, entrecerrando los ojos para despertar mis otro cuatro sentidos adormecidos por la rutina diaria alejada de los placeres de la naturaleza aplazada por la modernidad destructiva y la joven tecnología.

Es una de esas tardes en las que Haedo se presenta sereno, amigable que invita a transitarlo inmerso en pensamientos absurdos y recuerdos ultrajados por el tiempo. Atestiguando con placer las calles barriales llenas de anécdotas vecinales cada vez menos habituales, producto del miedo y la famosa sensación de inseguridad.

Hoy es una de esas tardes que anteceden a una placida noche que invita a la juventud a perderse entre sus calles, a descubrir sus misterios y a desmitificar sus mitos poco fundados y casi tan antiguos como la tranquilidad bien entendida.

Hoy es una de esas tardes en que la música, desde el pasado, colma mis oídos y trae al presente antiguas vivencias que suelo creer perdidas en los recovecos caprichosos de mi mente inquieta.

El sol cae, la luna aparece y mis recuerdos vuelven a sepultarse en la memoria olvidada por los apremiantes sucesos actuales, a la espera de otra tarde como esta, desperdiciada por las obligaciones de hija y los planes posteriores.

Esta tarde


Hoy es una tarde de esas en las que me hubiera gustado ir a pasear a un Puerto Madero desierto, callado y tranquilo, en donde los recuerdos atacan mi memoria y alteran el pulso de mi aburrido corazón.

Es una de esas tardes que tranquilamente podría disfrutar en el country de mi mejor amiga, andando en bicicleta, sintiendo el viento despeinarme con una exquisitez inimitable, viendo caer las hojas de los viejos árboles, observando en cámara lenta las idas y venidas de la gente de la alta sociedad, sintiendo el fresco aroma del pasto, entrecerrando los ojos para despertar mis otro cuatro sentidos adormecidos por la rutina diaria alejada de los placeres de la naturaleza aplazada por la modernidad destructiva y la joven tecnología.

Es una de esas tardes en las que Haedo se presenta sereno, amigable que invita a transitarlo inmerso en pensamientos absurdos y recuerdos ultrajados por el tiempo. Atestiguando con placer las calles barriales llenas de anécdotas vecinales cada vez menos habituales, producto del miedo y la famosa sensación de inseguridad.

Hoy es una de esas tardes que anteceden a una placida noche que invita a la juventud a perderse entre sus calles, a descubrir sus misterios y a desmitificar sus mitos poco fundados y casi tan antiguos como la tranquilidad bien entendida.

Hoy es una de esas tardes en que la música, desde el pasado, colma mis oídos y trae al presente antiguas vivencias que suelo creer perdidas en los recovecos caprichosos de mi mente inquieta.

El sol cae, la luna aparece y mis recuerdos vuelven a sepultarse en la memoria olvidada por los apremiantes sucesos actuales, a la espera de otra tarde como esta, desperdiciada por las obligaciones de hija y los planes posteriores.

jueves, 14 de agosto de 2008

Fugazmente murió


Tras tomarme las dos semanas de receso escolar para pensar, decidí que lo mejor era terminar con el desprolijo "noviazgo".

Lo que le dije: que ambos nos habíamos distanciado incluso antes de iniciar las vacaciones y que eso indicaba que no nos necesitábamos y que las cosas estaban mal, en mi opinión, porque somos demasiados diferentes y que si bien no está bueno estar con alguien demasiado parecido a uno porque se torna aburrido, tampoco suele resultar estar con un ser completamente diferente ya que no hay temas de conversación, tal y como nos sucedía a nosotros.

Lo que no le dije: que me alteraba su torpeza, que no toleraba tener que esperar que acabara con su vicio (el cigarrillo) para estar con él, que su desatención (estar sentado media hora a mi lado, no dirigirme la palabra ni tomarme siquiera de la mano, y lo que es peor, no captar mis indirectas) me enervó y que lo considero una persona irresponsable, sin motivaciones ni sueños y que no era capaz de brindarme nada útil; sentía que de él no podría aprender nada, y yo ahora quiero aprender.

Balance de la relación: las dos primeras semanas fueron muy lindas, él se mostró cariñoso y atento, pero cuando creyó tenerme bien sujeta -cuánto me subestimaste, querido-, se relajó y hasta dejó de hablarme. Pero esto me permitió ver qué es lo que quiero y lo que no quiero en una persona que esté a mi lado y que debo tomarme más tiempo, como amigos o compinches, para conocer a cualquier chico que pueda llegar a ser algo más. Y después someterlo al test, claro, jaja.