
El amor tiene sus pros y sus contras, pero voy aprendiendo a disfrutar de las cosechas buenas y malas que da, porque las considero trascendentales para crecer y aprender a transitar esta vida en el bello, digno e igualmente cruel y desagradable mundo que nos toca habitar.
El amor aún no me ha hecho feliz, hablo del amor a los hombres y del amor de los hombres; sí he amado (y amo) pero nunca me sentí verdaderamente amada, he sentido ser responsable de poco sanos sentimientos que me atrevería a denominar pequeñas obsesiones, pequeñas porque poco daño causaron, pero creánme, fueron amenazantes y supieron asustarme.
Con el tiempo -y los inacabables fracasos en diversos aspectos de la vida- comencé a plantearme si el amor es quien no llegó, si era yo la culpable que no supe llegar ante sus puertas, si no han sabido ver lo bueno que hay detrás de mi fuerte y por momentos irritante personalidad, o si ocupé erroneamente el papel de la temerosa culpable que no se anima a mostrar todo lo que hay en ella por temor a salir severamente lastimada cuando los antecedentes demuestran que siempre le sucedió lo contrario.
En esta nueva visita del siempre bienvenido señor amor, gracias al impulso que la persona en cuestión me proporsionó y por los malos resultados que obtuve con la anterior técnica de callar y sufrir sin siquiera darme una oportunidad, pude mostrar como nunca antes lo que sentía, pero otra vez las cosas salieron mal...Otra vez caí, otra vez el amor me dijo no. Y esta vez por ser quien era y por el cansancio consecuente del fracaso continuo y las no posibilidades que me otorgó la vida, dolió mucho más.
Aunque...A decir verdad, creo que es hermoso sufrir por amor, es el corazón en su mayor expresión, el amor es una de las cosas más maravillosas que se puede sentir, esa empalagosa devoción por el ser amado, ese fuertísimo deseo de estar a su lado intercambiando besos y abrazos, ese goce de compartir lo que sea, esas miradas penetrantes que hablan mil idiomas, eso es el amor para mí, eso es lo que provoca en mi ser, y saber y sentir que no se puede, que no corresponde o que simplemente ellos no nos dejan, le aporta un amargo pero delicioso sabor que a veces me sabe a coraje, un coraje insano y poco fructífero pero que a la larga deja un bello recuerdo y me hace sentir viva y llena. El amor y sus tantos matices me llenan la vida, aunque sea de dolor, pero me llenan y prefiero sentir dolor antes que no sentir nada.
También me he dado cuenta que ellos ponen más barreras que las mujeres, contrariamente a lo que los mitos populares propagan.
Ellos siempre quieren nudos fáciles de desatar y nosotras siempre necesitamos más seguridad, porque siempre tememos perderlos, porque siempre estamos al borde de la explosión, porque siempre los amamos con más consciencia, porque ellos saben que no vamos a traicionarlos, y aunque parezcan ilusos, saben darse cuenta cuándo podemos dar el batacazo y saben cuándo la cuerda de la que tiran constantemente está a punto de romperse. Siempre saben y nosotras siempre amamos.